Y como nadie es perfecto, pero todos creemos que lo somos; a veces no queda más remedio que resistir. Tolerar y enfrentarse; y gritar desde el último alvéolo de cada pulmón, para dejar un rastro que nadie volverá a oír. Pero por un segundo; durante un mísero segundo, valdrá la pena sangrar para sonar; para hacer vibrar cada tímpano; y luego, desaparecer.
Y... ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario